Me acuerdo…

 
Me acuerdo que el día que ganó #AMLO empezó temprano para mí. 7 AM y ya estaba comiéndome las uñas, más nervioso por el próximo resultado que por mi chamba en la casilla.

Me acuerdo que, 19 horas después, cuando volví a casa, pese a lo que reflejó el cartel que pegamos en la puerta de la casilla una hora antes, por fin me enteré y se me espantó por completo el sueño.
O tal vez… más precisamente, me recorrió, como una descarga eléctrica, el sueño.

Ese otro sueño.

Porque me acuerdo que ese día, que ya ni siquiera tenía el mismo número en el calendario, en realidad había iniciado 30 años atrás cuando el ingeniero Cárdenas abrió una senda de esperanza que, lamentablemente, no sería él quien transitara.

Me acuerdo que el día que ganó AMLO ya tarde, tardísimo, con un dolor de espalda tremendo y un agotamiento espantoso, me di cuenta de que una vez imaginamos un cambio que 30 años atrás nos arrebató el sistema; un cambio que ahora, en verdad, teníamos en nuestras manos. Tal vez no tan pulcro ni tan ideal pero sí con una mayoría absoluta en las urnas que mostraba la sobrecogedora certeza de que la mayoría de los mexicanos le apostaban, sí, al futuro.

Me acuerdo que el día que ganó AMLO escribí un post para acudir a él años después, apostando también a que en el futuro pudiese mirarlo con la grata nostalgia de recordar que ese día, en el que vi salir el sol dos veces, perdimos ante Brasil pero ganamos ante nosotros mismos.