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LIBROS PARA NIÑOS

Lorenza_Interior

escribir para la infancia

Honestamente, no es fácil. Pero tampoco difícil.
A ver si me puedo explicar.
Cuando escribes para niños te diviertes un montón, pero también tienes que tomártelo en serio. O corres el peligro de hacerlo mal.
Ok, pero... ¿entonces hay un modo correcto de escribir para niños?
Buena pregunta. En mi opinión, hay que divertirse, hay que contar la historia sin dar mucha vuelta... y no hay que perder de vista que del otro lado hay un chamaco. (Uno muy listo. Siempre).


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Apostar el resto


Acaso la novela para adultos a la que le tengo más cariño. Quería escribir una novela negra en la que los protagonistas estuvieran del lado de los malos y, pese a ello, no resultaran antipáticos. Saqué de la chistera un trío de nacidos para perder que, al menos a mí, me encantó haber pincelado. Una banda de falsificadores que se enganchan en el crimen y que, un día, deciden que si no se salen van a terminar mal. De todos modos terminan mal, claro, pero la lucha que hacen es digna de varias páginas de narrativa, que es de lo que se trata el libraco. Me gustó, sobre todo, el hallazgo que hice de la fuerza de la complicidad, que a ciertos niveles incluso supera a la amistad. El Fantomas, el Marrano y el Petipá también se me aparecen con frecuencia en sueños. Y me encanta perder al pókar con ellos.




El círculo


Una historia dentro de la Historia. Con todo lo que me alebresta el insomnio escribir novela histórica, quise escribir ésta porque se me antojaba algo policiaco con ciertos tintes góticos. La mejor salida que se me ocurrió fue ubicar el crimen en 1870, plena ciudad de México, cierto periodo de engañosa calma entre el fin del segundo imperio y el porfiriato. Al final resultó en un libro que cuidamos entre varios, incluyendo una amiga historiadora y, por supuesto, los tremendos editores de Planeta (pasta con relieve y toda la cosa). Hay música (mucha), inquietudes filosóficas (¿existe la bondad en el mundo?), amistad a prueba de balas y amor del bueno, todo al interior de este texto que escribí gracias al SNCA y que me permitió volver, después de varios años, al género negro. Como casi todos mis textos para grandes, emprendió su propia cruzada a través del mundo editorial para encontrar, al fin, su lugar en el mundo. Queda, pues, para la Historia.




El Crítico


En la antología compilada por Rodolfo J.M., "Negras Intenciones", un cuento irreverente y medio pasado de lanza. ¿Has oido la frase "destrozado por la crítica"? Sí, la que suele ser usada cuando alguno de esos supraterrenos y angélicos seres, mejor conocidos como críticos, pone del asco la obra de algún mortal autor en sus reseñas. Pues bueno, por ahí va la cosa. ¿Qué tal que uno de estos críticos en verdad despedazara a los autores que, según su imparcial juicio, fueran verdaderamente malos? ¿Qué tal que ningún autor, por laureado que fuese, estuviera a salvo de su aplastante crítica? ¡A temblar, eméritos colegas...! (Por cierto, hay una nueva edición de este cuento en la colección "Vientos del pueblo" en el FCE).




El impostor


Pensé en un escenario apocalíptico (oh, qué tipo tan original), en donde la ciudad quedara completamente devastada. Y sólo unos cuantos sobrevivieran. Algo como lo que sugieren algunos optimistas que va a pasar si no estornudamos tapándonos la cara con el antebrazo. Pero, como todo lo que hago al pulsar teclas, la disfruté mucho y creo que es mi novela de ciencia ficción mejor lograda. (Y la única publicada, o sea que tampoco es mucho decir).
Lo mejor es que con esta me bauticé. Fue la primera novela mía que vi en papel (salió casi a la par que Las mejores alas). La recibió Bernardo Ruiz, gran amigo mío, en su editorial (Plan C Editores) y la apadrinaron más amigos míos: Alberto Chimal y Memo Vega. En el 2002 ganó el hoy extinto Premio Sizigias a la mejor novela de CF mexicana.




La lágrima del Buda


Originalmente se llamaba "Nadie escribe como Herbert Quain". Y también es un retrato de nacidos para perder, ahora sí con una investigación detectivesca más en forma (y un halcón maltés de por medio, que en este caso está representado por una joya valiosísima), o sea, Hammet con chiles toreados. Desde luego, creo que el principal valor de la novela es la estructura, aunque los personajes también me gustan bastante. Se suponía que debía salir en Planeta, igual que Apostar el resto, pero se hizo un merequetengue entre editoriales (digno de otra novela negra), que al final fue un auténtico milagro que por lo menos haya llegado a las estanterías de Educal, primero, y a las librerías de todos lados bajo el sello de Océano Exprés, después. (Gracias Rogelio Villarreal por ese último espaldarazo).

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La nena y el mar


Me propuse el reto de contar una historia que transcurriera en una sola noche. Lo hice. Ganó un premio en Chiapas. Y su estadía en la constelación literaria fue también como de una noche. Minutos más, minutos menos.








Los elementos del jazz


En realidad, un pretexto para contar una historia negra, con balazos y todo, en la que el principal protagonista fuera un niño que pierde la inocencia. Cada capítulo es uno de los elementos del jazz (fraseo, improvisación, etc.), de ahí el nombre. Y tampoco alcanzó una mínima pena o una mínima gloria. (Yo mismo no pude hacerme más que de unos diez ejemplares).