Hace poco, en una plática de escuela, me preguntó un niño si conocía los derechos del lector y mencioné los pocos que me acordaba de la lista de Pennac. Luego, otro más, haciéndose el chistoso, me preguntó si conocía los derechos del Libro. Lo tomé a broma y de ahí no pasó. Pero luego, ya en mi casa, me di a la búsqueda por internet, no fuera a ser que en verdad existieran.
Y sí, parece que hay una cosa que se llama “Declaración Universal de los Derechos del libro” que más parece un documento redactado por algún agrio jurisprudente para su tesis de maestría que una verdadera forma de darle su lugar a los libros.
Así que se me ocurrió, ejem, sacar mis propios Derechos.
Pero como yo me entiendo más con los libros para niños ni modo de meterme con los de jurisprudencia o sabores similares. Así que, con toda humildad y a riesgo de salir sombrereado, aquí les dejo mi propuesta de…
Los Derechos del Libro para Niños
(donde me atrevo a afirmar que)
Todo libro para niños…
- Tiene derecho a la emoción y la sensación, a la alegría de ser escogido y la tristeza de ser abandonado, a la molestia de la incomprensión y la sorpresa del elogio, al frío, al calor, a la humedad, al humor, al amor, a los finales impredecibles.
- Tiene derecho a la memoria, a dejar huella y reflejarse en quien lo toma, a ser abierto en una página y decir me acuerdo de ti, en ese entonces tenías pecas y usabas lentes y te gustaba María.
- Tiene derecho a querer y ser querido, a preferir a éste que a aquél, a acurrucarse con ella bajo el cobertor, con él frente a la tele, con aquella en el asiento trasero del coche, con aquél sobre la arena de la playa.
- Tiene derecho a odiar y ser odiado, a preferir a éste que a aquél, a esconderse de ella bajo la cama, de él en el zapatero, de aquella en la sección de política y finanzas, de aquél bajo la arena de la playa.
- Tiene derecho al tiempo y al espacio, a ser sonrisa en el hijo y también en el padre, a estar hoy en un autobús y mañana en un concierto, a gastarse de las costuras y amarillar de las entrañas, a viajar en avión y en triciclo y en mochila de dinosaurios.
- Tiene derecho a ser paraguas, frizbee, escudo, almohada, avión, sombrero, barco, folder, regalo, fórmula uno, mantel, muralla, cimiento, promesa, sapo, tigre, león, mensaje, propuesta, respuesta, atora-puertas, corrige-mesas, sostiene-velas, aplasta-arañas, lo que quiera menos libro.
- Tiene derecho a la mugre, el tacto, la caricia, el caramelo, la saliva, la rasgadura, la mordida, el golpe, la caída, el betún de chocolate, la cera de la vela, la sangre de la araña, el agua de mar, el agua de la alberca, el agua de Jamaica, lo que quiera menos solo mirada.
- Tiene derecho a tener una familia, vivir y conversar (y presumir a mí me han agarrado tantas veces y he hecho reír y llorar otras tantas y he sido castillo y cabaña y corcel y así por el estilo) con otros libros, tanto en un librero como en un juguetero o regados por el foamy del campo de batalla.
- Tiene derecho a soñar que su caperuza, su principito, su momo o su matilda vuelan alto y llegan lejos y construyen más mundos y sudando menos y tocando a más gente, que un tal aquiles o un tal hamlet o un tal zaratustra o un tal werther. Y sentirse bien por ello.
- Tiene derecho a ser leído.