-Así que ganaste un premio.
-Y… bueno…
-Y te sientes la gran cosa.
-Eh… Yo no diría eso. Lo que pasa…
-Ajá. Y estás como entre nubes.
-Bueno, un poco. Tú sabes… no es algo que pase todos los días y…
-Ajá. Muy bien todo. Tus noventa y tantas notificaciones en Facebook, las diecisiete en twitter, todo un récord, el whatsapp suena que te suena… el buzón de correo brinca que te brinca…
-Ninguna de mis usuales tonterías ha hecho jamás tanto ruido… es como si tuviera los derechos exclusivos del video aquel del niño que se caía al río… o sea, no me la creo. ¿Te dije que hasta tomé un screenshot de las noventa y…
-Ajá. Y mientras tanto, ¿nosotras qué hacemos?
-No sé, Lavinia. Jueguen chin chan pú, platiquen entre ustedes. No sé, lo que sea que hagan los personajes cuando uno está en otras cosas. Nomás es un ratito.
-Oye. No estamos en esto por gusto. Tú nos metiste aquí. Y no ha sido un ratito para nada.
-Sí, pero no es mi culpa. Fue totalmente inesperado. Lo he dicho en todas las entrevistas que me han hecho. ¿Te muestro alguna?
-La verdad, Estela y yo estamos un poco hasta acá de tu foto en todos lados.
-Bueno, ya que lo dices… yo lamento tener tan pocas chamarras. ¿Viste que la negra se repite un montón?
-Mira. Todo esto no ha sido nada fácil. Me golpearon, me persiguieron, me salvé por los pelos -dos veces, dos- de que me aniquilara el roquod. Y tú posando para las revistas. Hay algo que no cuadra.
-Sí, lo sé, pero no deben tardar en bajar las aguas. Este tipo de cosas no duran tanto. Por eso hay que disfrutarlas cuando pasan, porque para el viernes te apuesto que ya volví a mis 3 o 4 notificaciones de siempre. Y una de ellas, como siempre, será una invitación a jugar candy crush o algo.
-Ajá. El viernes. Y mientras nosotras jugando a las adivinanzas. Oye, si por mí fuera, sería una princesa austriaca del siglo 18, no una esclava terrícola de un oscuro mundo futurista. Dos días aquí son el maldito infierno, por si ya lo olvidaste, señor Don “Este Es Mi Momento”.
-Oye, un poco más de respeto. Todavía puedo cambiar de protagonista.
-Y nosotras podemos tomar el control de la maldita historia y darnos un tiro o fugarnos con dos policías muy guapos. Eso te gustaría, ¿no?
-No te atreverías.
-Prúebanos.
-¿Viste que me felicitó aquel chavo que me buleaba en la primaria?
-Pruébanos.
-Lavinia…
-Pruébanos. ¡Hey! ¡Guapo! ¡Si, tú, el del uniforme!
-Oh, que la canción…
Y así es como un autor vuelve a lo que está escribiendo a pesar de las buenas noticias y todo lo que generan las buenas noticias, incluyendo la falta de sueño, las alucinaciones producidas por la falta de sueño y las repentinas ganas de aumentar el guardarropa producidas por las alucinaciones producidas por la falta de sueño producida por las buenas noticias.
Y ya bajarán las aguas.