LIBROS PARA NIÑOS
escribir para la infancia
Honestamente, no es fácil. Pero tampoco difícil.
A ver si me puedo explicar.
Cuando escribes para niños te diviertes un montón, pero también tienes que tomártelo en serio. O corres el peligro de hacerlo mal.
Ok, pero... ¿entonces hay un modo correcto de escribir para niños?
Buena pregunta. En mi opinión, hay que divertirse, hay que contar la historia sin dar mucha vuelta... y no hay que perder de vista que del otro lado hay un chamaco. (Uno muy listo. Siempre).
A veces las cosas
Este es un libro que nació primero como una idea musical. (Si vas a mi canal de Youtube podrás ver a qué me refiero). Pero en mi caso, siempre las ideas (incluso las musicales) son plasmadas primero en letras. Así que cuando subí ese videíto, también compartí el texto en algunas redes. Y ocurrió el milagro de que mi gran amiga María Cristina Ramos (premio Iberoamericano SM, enorme poeta, inigualable persona) me habló de la posibilidad de convertir dicho textito en un libro. Le dije que me encantaba la idea... y de repente ya no supe más. Hasta que ella, un día, me vino con la sorpresa de que ya lo había trabajado maravillosamente con ilustraciones más que hermosas de Guillermo Haidr. Y he aquí el resultado. Así que, como verán, es un librito mágico (como suelen ser, a veces las cosas el 5 de enero de cada año). Por lo pronto, creo, sólo en Argentina. Pero ya estamos pensando conquistar el mundo con él, ¿Cierto, Cris?
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Abaddon Tenebrae
¿A poco la Ouija es el único juego que puede poner los pelos de punta? Además, en estos tiempos, como que viene más a cuento algo con un poco más de lucecitas, ¿no? Pues de ahí nació la idea de Abaddon Tenebrae, un juego de computadora maldito. Aunque, ya siendo muy honestos, en realidad fue producto de la mágica concertación de voluntades (por muy pomposo que se escuche). Los siete autores del libro nos pusimos de acuerdo para escribir una antología de cuentos de terror y el resultado fue "Siete habitaciones a oscuras".
En algunas escuelas me han dicho que se han topado con el juego en internet, lo cual, a la fecha, no he podido comprobar. Así que se agradecerá el link si de veras anda por ahí (y de una vez el tip para matar al demonio).
Abuelita, deja de flotar por el cuarto, que me pones nervioso
Resulta que para el 2023 yo ya había jurado que no iba a participar más en concursos... pero también resulta que mis hijos comen todos los días y el dinero cada día alcanza menos; además, en SM la pusieron muy fácil (se podía subir la obra por internet, nada de copias, engargolados ni pagos de mensajería); además le quitaron el candado a la convocatoria que impedía que los antiguos ganadores ya no pudiéramos participar; además yo ya tenía escrita esta novela en la que -principalmente- quería divertir a los chamacos. El asunto es que me pareció que valía la pena participar. Y lo hice. Y déjenme decirles algo: se siente igual de bonito que la primera vez el anuncio de que fuiste ganador, así hayan pasado doce años desde la última vez (que pasaron), pero se siente aún más bonito cuando te premian una novela que es eminentemente humorística. Y nada, que ahí andan Rulo y su abuelita Olguita dando lata ya en el mundo editorial. (Olguita porque así se llamaba mi abuelita paterna, que era igual o aún más cariñosa). Las ilustraciones corren a cargo de El Dee, un lujazo.
Ahora somos dos
Muchas veces me han preguntado si mi escritura cambió en alguna medida cuando tuve hijos. Y casi siempre respondo que no, que soy inmune a los caprichos del destino, que las circunstancias me hacen los mandados y que mato rinocerontes a nalgadas. Pues sepan, pero no divulguen demasiado, que no es cierto. La verdad es que todo te afecta como escritor, desde con qué pie te levantas hasta con qué cara te ve la cajera del banco. Todo. Y claro, el tener dos niños en casa no fue la excepción. Este libro lo escribí justo como una respuesta a lo que viví en carne propia cuando llegó Mari Fer a destronar a su hermano mayor Bruno. Y aunque siempre digo que me cuesta mucho trabajo escribir para niños muy pequeños... gracias a esos dos enanos cada vez me cuesta menos. 🙂
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Así de simple
Las ganotas que tenía de que Roger Ycaza me ilustrara un libro y pues, nada, que lo convenzo de que le echara trazo a esta historia. Un lujazo, la verdad. Y es que casi que la historia fue creada y platicada para hacer completa sintonía con mi querido y admirado Roger. No sólo porque ambos somos músicos (exacto, hay música en la historia) sino porque de alguna manera representamos un poco de qué va el relato al ser de sitios distintos y lejanos (yo México, él Ecuador). Ese que se ve en la portada es nada menos que Zek, un extraterrestre muy deseoso de hacer amigos. Y para ello se pinta solo, sin importar el planeta o la galaxia, hasta que... claro, llega a un planeta donde las cosas no parecen ser tan sencillas. ¿Te imaginas qué planeta? Bueno, pues de eso va este cuentito chiquito chiquito pero hecho con todo el corazón. Por cierto, Roger y yo tenemos cameo. 😀
Diario de guerra del Coronel Mejía
Mi tía Oli recitaba mucho (de hecho, creo que era el único poema que se sabía de memoria) "Fusiles y Muñecas" de Juan de Dios Peza. Creo que el diario de guerra sale de ese recuerdo de mi infancia. Aunque bastante hay también de lo mucho que nos fascinaba jugar a la guerra a Javier, a mí y a nuestros amigos entre los ocho y los doce años. Juan Kasuga y yo hasta acariciamos la idea de meternos a estudiar al colegio militar (gulp). Coleccionábamos todo tipo de modelos para armar de la segunda guerra mundial y hasta construíamos dióramas miniatura (la batalla de Berlín, la de Stalingrado, Iwo Jima...) con efectos sangrientos y explosiones de algodón. La verdad sea dicha, hasta teníamos cierta fascinación por los uniformes y los aviones de las potencias del eje (nos parecían, simplemente, "más padres".) Luego llegó a nuestras manos un ejemplar de "Los hornos de Hitler" y cambiamos los soldados por el futbol. Mi amistad con Juan Kasuga está retratada en la de Poncho y Bola de Arroz, por supuesto.
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Dos viejos caballeros
Dicen que los viajes ilustran. Y acá aplica un poco de eso. Nada, que me fui de viaje a España y tuve oportunidad de convivir más con la gente de Ediciones SM allá en la madre patria. Y gracias a ese acercamiento me animé a mandar un textito directamente a ellos. Usualmente el canal adecuado es mandar a las oficinas de tu país pero bueno... ¿no dijo alguien muy sabio (o muy manos de estómago) que las reglas se hicieron para romperse? El caso es que se me ocurrió este cuentito de dos caballeros que se traen entre ojos desde hace mucho tiempo, tanto que ya ni se acuerdan por qué. ¡Y pues se animan, por fin, a enfrentarse a muerte! Un cuento bellamente ilustrado por Lalalimola (¿O no dije que los viajes (y las talentosísimas artistas españolas) ilustran?) en el que, aunque hay peleas a muerte, más bien saca una que otra sonrisita socarrona.
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Dulce y Meg
Hay mucho detrás de este libro. Quizá lo más poderoso es que yo siempre fui más de perros que de gatos (lo supe cuando tuve un gato; nuestra relación era como la de USA y la URSS en los años 70s). No. Déjenme rectificar. Lo supe desde que, de niño, fantaseaba con tener un perro tipo Lassie, de esos que te traen las pantuflas y rescatan a toda la familia del fuego si es necesario. El problema es que mis papás nunca quisieron tener perro; no, al menos, mientras hubiera niños muy chicos en la casa, y esto dejó de ocurrir cuando yo ya tenía 15 años (o sea que, ya para qué, como quien dice). En todo caso, pese a mi resignación de que quizás ya nunca tendría perro en mi vida, mi familia (esposa e hijos) me convencieron de que era buena idea añadir un nuevo miembro a la familia. Y así nos hicimos de un pulgoso. Y luego, de otro. Y luego... luego comprendí el vínculo tan tremendo que hace uno con esos seres peludos y medio escandalosos. Y por eso escribí "Dulce y Meg" y me confabulé con la súper genial Claudia Navarro. Este es nuestro tributo a esos amigos entrañables, imprescindibles y orejones que tanta falta hacen en nuestras vidas.
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El bondadoso rey
Cuando eres escritor, hay historias que te ebullen por dentro, que te demandan ser contadas a como dé lugar, que no te dan respiro hasta que te decides a abordarlas. Esta es una de ellas. En principio creí que debía ser una historia larga, una novela infantil, un texto muy robusto en el que dos personajes, un chico y su abuelo, mostraran el grado de amistad y compenetración que tienen entre ellos para entonces... en fin, el caso es que al final, después de mucho pensarle, me di cuenta de que podía contarla en breves líneas si echaba mano de la ayuda correcta. Así que me acerqué a Valeria Gallo, amiga ilustradora a quien admiro mucho, y le pedí que la contáramos entre los dos. El resultado es esta maravilla de la cual me precio de formar parte. Una historia chiquita (como León) y grande a la vez (como León) de amistad y ausencia que nos ha dado a Vale y a mí muchas satisfacciones.
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El honor o la muerte
Y hablando de libros íntimos, libros que uno necesita escribir aunque no sepa si son para niños, para los papás de los niños o para los papás de los papás de los niños. O para todos ellos juntos. La historia de "El honor o la muerte" me brincó a la cabeza justo cuando mi hijo Bruno ya empezaba a preferir juegos que no eran de imaginación sino de reglas; es decir, más el futbol que las batallas contra seres imaginarios. Creo que todos los papás lamentamos un poco eso, pero cuando eres escritor y te regodeas tanto en la imaginación, sí es un poquito más trágico este cambio. Con todo, no dejas de alegrarte de que los chicos crezcan, siempre y cuando no se apague esa luz que, tú bien lo sabes, ya despertará algún día.
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El libro más extraordinario
Urgía escribir algo donde el protagonista fuera UN LIBRO. Es absolutamente cierto. El mundo editorial me ha dado tanto que necesitaba poner en el mundo esta pequeña ofrenda. Porque no sólo está el Libro Más Extraordinario aquí dentro, sino también Los Lectores; y Los Bibliotecarios; y Los Mediadores; y Los Personajes; y en fin... todo lo que me hace amar este mundo de papel y tinta. La historia siguió su propia cruzada, porque aunque estaba yo seguro de que TENÍA que ser un álbum ilustrado, no lo estaba tanto de quién podía ser el artista visual que pusiera la otra mitad de la magia. Para mi enorme fortuna, mis queridos editores del FCE acogieron el texto desde que se los mandé, así que quedaba en muy buenas manos (no hace falta decir que los libros álbum del Fondo están entre los más hermosos del mundo). Y así, después de darle una muy buena pensada le propusimos a Isidro R. Esquivel que hiciera mancuerna con un servidor. Para mi aún mayor fortuna, accedió. Y el resultado es de una belleza impresionante, además de que la edición está en "Los especiales de la orilla del viento", pasta dura y toda la cosa. Al final el libro quedó tan guapo que creo que es una ofrenda digna, tal y como me lo propuse originalmente. En verdad no pude quedar más contento.
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El millonario y la muerte
Originalmente publicada como "Fábula de la pelota y la fuente", esta historia se encuentra con nuevos lectores ahora en Planeta Lector. Quise escribir un relato sobre La Muerte en el sentido más mexicano (y más Pratchettesco (véase "El Segador")) posible. Y aprovechar para esbozar un pequeño tratado en torno a las cosas que en realidad conforman eso que llamamos vida, y que solemos dejar escapar como un suspiro. También hay un pequeño homenaje al pueblo de Cuetzalan, al que tengo especial aprecio pues ahí es donde, por primera vez, viví en serio las tradiciones del Día de Muertos. Nada, que creo que todos, como Luis Martínez, llegamos en algún momento a mojarnos los pies en una fuente... pero, lo que marca la diferencia, lo que en relidad consigue que dejes de tener miedo, es saber reconocer el valor del instante. Y no dejarlo ir tan fácilmente. Pues eso.
El otro
A raíz de una visita que hice a Tenerife, conocí a los estupendos Cayetano Cordobés y Ernesto Rodríguez Abad, quienes conducen la no menos estupenda editorial "Diego Pun". Y bueno, saldando el pendiente que en ese entonces me propuse de un día trabajar algo juntos, escribí específicamente este texto para ellos. "El otro" es, sin ir más lejos, un libro que muestra, desde dos perspectivas distintas, la llegada del niño nuevo a un colegio. Nada de novedoso; algo que ocurre todos los días en todo el mundo. Y justo por ello es que sentí que valía la pena contarlo, porque algo que a simple vista parece tan banal puede ser lo más importante en la vida de quienes lo viven. He de confesar que mi hija, en tercer grado de primaria, pasó por algo similar a lo que aquí relato (¿qué necesidad de incorporar a los juegos, al grupo, a la comunidad, al niño nuevo?) y por ello quise hablar del tema. Las ilustraciones corren a cuenta de Giulia Landonio, tremenda ilustradora italiana que supo acompañar la historia con una carga simbólica que, al menos a mí, me dejó sin aliento. Al final, el título lo decidimos conjuntamente los editores y yo, y creo que supera con creces a aquel de "El niño nuevo" que pensamos originalmente (parece que hay ya bastantes títulos similares). ¿Quién de nosotros no ha sido, en la escuela nueva, en la oficina nueva, en la comunidad nueva, el "otro", el "raro", el "distinto"?
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El primer día
¿Quién no ha sentido terror ante ese primer día que se asoma en el horizonte donde por fin ingresaremos a la nueva escuela, o al nuevo trabajo o al nuevo equipo de futbol? Bien, pues de eso va este librito ideado principalmente para niños de preescolar o de primer grado de primaria, pues cuenta la historia de un niño que sabía lo terrorífico que es abandonar el jardín de niños para entrar a la primaria básica, donde todos sabemos que el grado de exigencia académica es cercano a la célebre y milenaria tortura china. Un cuentito que se me ocurrió para ayudar principalmente a los niños de preescolar a dar ese significativo salto en su evolución escolar, pero que también puede servirle a cualquiera (papás, mamás, jefes de la policía, empresarios) a perderle el miedo a ese primer día en cualquier nuevo ámbito de sus vidas. La verdad es que uno siempre acaba riéndose de las veces que vomitó antes de atreverse a cruzar la puerta, ¿qué no?
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Esa mañana
Una especie de homenaje a un libro y un escritor que me parecen fundamentales en la literatura infantil y juvenil universal. En la dedicatoria están las iniciales: M.S. Supongo que sabrás de quién se trata. Y sí, tiene también que ver con monstruos. Y también tiene que ver con malos comportamientos en los chicos. Y con ese sentimiento de transgresión que te hace sentir tan mal y tan lejos de todo... pero que, a la vez, es tan fácil de resolver. Un poquito de perdón y ya está, el mundo vuelve a su ritmo. En fin, que me pasa tan seguido en mi propia casa, con mis dos monstruos en edad escolar, que tenía que escribirlo. Además, las ilustraciones de Luis San Vicente están realmente soberbias.
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Había una vez un niño llamado Perico
Hay quienes no conciben el mundo sin libros, cierto. Pero, aún más allá, habemos quienes no concebimos el mundo sin los personajes de los libros. ¿Un mundo sin el Quijote, sin el Principito, sin Peter Pan? ¡Horrible! El solo imaginarlo me hace sentir triste. (Como a muchos, supongo). Por eso escribí las andanzas de Perico, porque creo que, en el fondo, todos desearíamos que los personajes se salieran de los libros y convivieran con nosotros. (Que le pregunten a Miguel de Unamuno, si no). Yo, por lo menos, no pierdo la esperanza de tomar una o dos clases en Hogwarts alguna vez.
Y por cierto, ¿sabías que en la dedicatoria del libro hay dos personajes que se colaron en la lista de autores? Descúbrelos y llévate gratis un pirrimplón azul desconchavado a tu casa. (Aplican restricciones).
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Hoy
Mi primer libro en Vicens Vives, una editorial que hace cosas muy bonitas. Y esta historia se ha sumado a su colección, cosa que me emociona mucho porque ellos mismos me invitaron a escribir algo y me dieron total libertad de contar lo que yo quisiera. Y pues fue grandioso porque sí me fui de bruces, como toro en cristalería. Se me ocurrió una novela para niños donde los protagonistas no fueran niños pero sí la contaran dos niños. Raro, ¿no? Pero bueno, parece que ha gustado. El libro relata un solo día en la vida de los protagonistas: Rogelio y Román, padre e hijo, uno abuelo jubilado y el otro oficinista atribulado. ¿Eso da para una historia? Pues lo da, y hay hasta persecuciones en auto y alpinismo urbano. Un libro, principalmente, para reflexionar sobre todo lo que nos perdemos cuando no vivimos con intensidad el único día que cuenta en la vida: Hoy.
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Informe preliminar sobre la existencia de los fantasmas
Tenía la enorme necesidad de crear un personaje completamente distinto al Toño Malpica que fui a los14 años, uno de esos chicos que envidiaba en secreto porque sabían disfrutar la vida a manos llenas sin importarles una boleta repleta de cincos o el estar en constante pie de guerra con sus padres. (Yo más bien me cargaba durísimo a la ñoñez, para qué decir mentiras). El Gugu es un personaje que trabajé a cincel porque quería que fuera un fiel reflejo de ese tipo de muchachos. Me asesoré bastante con mi ahijado Diego, que en ese entonces tenía 14 años, y traté de mantener todo el tiempo al personaje en ese mood tan envidiable. No obstante, es a Cordelia, la antítesis del Gugu, a quien más me dan ganas de abrazar a lo largo de estas páginas, pues es ella la que revela mejor lo que quise decir con el libro, y a quiénes está dedicado en realidad. En fin, el texto es un pequeño llamado de atención al hecho de que todos somos más parecidos, entre nosotros, de lo que en principio creemos.
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Invasión Extraterrestre
A veces uno simplemente se rinde al impulso de contar historias, sin pensarlo demasiado. Y junto con tales arrebatos a veces termina uno cediendo a las ganas de pasarse un buen rato, así sin más. Y cruzar los dedos para que el lector también se la pase bien. Justo fue lo que ocurrió con este librito, que simplemente quise escribir sin más norte que el de la risa (la propia y la del chico del otro lado de la página). Nada es más rápido que la velocidad de la luz... pero en este libro sí existe algo que le gana: el chisme. Y no existen seres que puedan apropiarse de las moléculas a su alrededor y fabricarse una buena torta de pierna... al menos en el universo conocido. Pero en este libro los dubidubianos pueden eso y más. O sea que no hay mucho fundamento científico aquí, qué se le va a hacer (por aquello de querer catalogarlo dentro de la "Ciencia Ficción"), pero sí hay muchas ganas de arrancar sonrisas y carcajadas. Ojalá que lo haya logrado.
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La armónica
A Javier y a mí nos invitaron a participar en una antología hace muchos años. La idea era escribir un cuento en torno a un objeto. A mí me toco una armónica. A la mera hora, dicha antología ni se armó; y el cuento se quedó haciendo polvo en el disco duro. Varios años después, me pidieron de El Naranjo algo para publicar, y yo, cruzando los dedos, mandé a Sir Oswald a la cruzada. El resto es historia. Y música empastada.
Con todo, no quiero dejar pasar la oportunidad de decir que el libro está contado en dos partes. En la primera aparece Sir Oswald Dough-A-Mcnally; en la segunda, Ruperto, un muchacho con autismo. (Ahora sé que así es como se debe decir: "con autismo" y no "autista"). Muchas cosas he aprendido al paso del tiempo con ese libro. Tuve la osadía de pintar a un muchacho como Ruperto y hoy, varios años después, puedo decir con toda humildad que: 1) apenas esbocé un personaje, sin mayores pretensiones que esa, 2) que éste NO es un libro sobre el autismo, 3) que el autismo NO es una enfermedad (también lo aprendí en su momento) y 4) que espero que todos aquellos que viven día a día esta compleja y maravillosa condición puedan perdonarme, algún día, mi osadía.
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La más densa tiniebla
Siempre me pareció que los cuentos de Andersen tenían un muy buen componente siniestro. Tanto, que terminé por hacer este mínimo homenaje. (La verdad es que, bien visto, tampoco tiene tanto de original porque bueno, ¿quién no ha cerrado un libro de cuentos de este autor sintiéndose un poquito desolado, como si le faltara algo, tal vez un "vivieron felices para siempre"?) Con todo, he de decir que, si de por sí no se me da mucho el cuento, tuve que armarme de mucho valor para cometer esta tropelía. La sombra del maestro danés me acompañó durante todo el proceso y, como nunca se me apareció su espectro, quiero creer que no le molestó demasiado. Las ilustraciones, por cierto, de Joaquín Aragón, son todo un agasajo.
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La porción más grande de pastel
¿Tienes hermanos? ¿Y peleas con ellos? No mientas, que al fin nadie está mirando. ¡Claro que peleas! ¿Y ganas o siempre terminas, como yo, con la mejilla aplastada contra la alfombra mientras la rodilla de tu hermano o hermana te aprieta la espalda hasta decir "me rindo"? Bueno, la verdad es que ese es otro cantar. Honestamente espero que tú y tus hermanos/hermanas no lleguen a tanto. Pero bueeno, el caso es que en este cuento dos príncipes compiten por todo. Y se sacan la lengua por todo. Y cuando digo por todo es POR TODO. Hasta por que su papá los saluda con palabras distintas. ¿Te lo puedes imaginar? Bueno, pues si no, aquí está la increíble y verdadera (no nos hagamos, pasa en todos lados) historia de los hermanos que pelean, como los polluelos en el nido, por la lombriz más gorda. O por la porción más grande de pastel.
Cuando el libro llegó a mi casa ya impreso y se los leí y mostré a mis hijos me dijeron que es un libro lleno de ficción y fantasía, que eso no pasa en la vida real. Sí, cómo no...
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Las mejores alas
Este libro tiene la culpa de todo. Era el 2000 y Ediciones Castillo convocaba a un concurso en el que se entregaban un montón de premios. Recuerdo que Javier me dijo que tenía que entrarle a como diera lugar, pues siempre he escrito bastante rápido y la oportunidad lo ameritaba. Pues lo hice y me dieron un tercer lugar en la serie naranja (aunque yo creía que mi libro era serie verde; eso de los colores siempre me ha dejado un poco bizco). ¡Vaya! ¡Mi primer libro infantil obtenía un premio, así que tal vez no estuviera yo tan errado!
La idea de este librito surgió porque, en una ocasión, después de que un par de niños de la calle (bastante pequeños, como de la edad de Gus) limpiaron el parabrisas de mi coche, me percaté de que no tenía dinero. Terminé por obsequiarles unos dulces que sí llevaba. Les dio un montón de gusto. Así que me di cuenta de algo que muchos olvidamos y que sentí que valía la pena poner en un libro: que los niños de la calle, pese a todo, siguen siendo niños.
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Lorenza, bájate del perro
Bueno... hay libros que casi casi nacen sin la ayuda de sus papás. Y este es uno de esos. "Lorenza, bájate del perro" apareció primero como un status de Facebook en torno a las travesuras de mi pequeña hija, Marifer. De ahí, dio el brinco a Santillana - Loqueleo. Y no ha dejado de dar satisfacciones. Desde el enorme milagro de conseguir que el enorme Manuel Monroy lo ilustrara, hasta el hecho de que le concedieran el premio al mejor álbum ilustrado en la FILIJ del 2016. Un libro de puro cotorreo que hace sonreír a más de un chiquilín (empezando por el chiquilín que lo escribió). La dedicatoria ("Para la princesa de la mafia"), por cierto, viene de un chiste local: Cuando Marifer tenía poquitos años, me gustaba preguntarle qué quería ser de grande: ¿Princesa o Jefe de la Mafia? y siempre contestaba: "Princesa de la mafia". Espero, claro, que no sea una especie de mal augurio, je.
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Los mil años de Pepe Corcueña
Un libro que parecería tratar sobre muchas cosas (el secuestro, el poder de la imaginación, el perdón) pero que en realidad versa (y esto me ayudó a verlo una persona que lo leyó antes de ser publicado) sobre el reconocimiento y la aceptación "del otro", del que es distinto.
Uno escribe historias y no siempre sabe qué es lo que lo motiva a hacerlo. Para eso también sirven los lectores, para ayudarlo a uno a comprenderse como autor. Esa persona que lo leyó, igualmente se dio cuenta de que: "Cuando reconoces a otros como personas al contar un cuento o un chiste, ya no hay diferencia entre ser rico o pobre, bueno o malo, hombre o mujer. Y creo que de eso es de lo que en realidad se trata esta novelita.
Esta persona que leyó mi texto antes de ser publicado, al igual que Noé, también fue secuestrada hace muchos años. Y le estoy muy, muy agradecido por su lectura. A ella y al "divino laberinto de los efectos y de las causas" que consiguió que (cito por última vez): "A lo largo de la lectura subrayé frases que fueron familiares o situaciones que pasé muy parecidas a Noé [...] te puedo decir que el personaje tiene reacciones tan especiales que para mi dejo de ser un niño imaginario para convertirse en un ser real." Si no escribe uno para eso, ¿entonces para qué?
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Margot - La pequeña, pequeña historia de una casa en Alfa Centauri
Pues resulta que un día iba viajando en el metro de la Ciudad de México y tuve la fortuna de coincidir, en el mismo vagón, con el hombre más pobre del mundo. Y acaso el más triste también. Su sola mirada me dio la semilla de la historia. ¿Qué tal que este enternecedor individuo (palabra que parecía que estaba a punto de llorar) anduviera deambulando por el Distrito Federal buscando a su pequeña hija de 8 años, perdida en la gran urbe? Pues de esa sola pregunta nació Margot, uno de mis personajes más queridos y el que más rápido se me ha escapado de las manos. En muy poco tiempo creció mi pequeña Margot y se fue a dar la vuelta al mundo. Y hasta Alfa Centauri seguro que ya llegó. (Supongo que nunca me perteneció en realidad). Pero me queda la esperanza de un día encontrármela en la vida real. Y poderle dar las gracias. Y un abrazo muy fuerte con olor a violetas, lavanda y sueños perdidos y recuperados.
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Mi abuelo es poeta
Pareciera increíble pero es uno de los libros que más trabajo me ha costado escribir. Quería hablarles a los niños de algo tan fascinante como es la poesía, pero sin aburrirlos y sin utilizar un tono que pareciera de "ya duérmete, chamaco", que se usa tanto en libros para niños chiquitos. Por eso me tardé un montón y por eso lo trabajé tanto en conjunción con Marisela Aguilar, la entonces editora de Progreso. Al final hasta hice trampa y metí algunos pedacitos de poemas de varios poetas que admiro. Lo cierto es que es mi mejor homenaje a esos seres que cada día están más escasos y cada día echamos más de menos en este mundo de cajita feliz y fenilalanina.
La poesía -todavía- es una de las cosas que menos entiendo y más disfruto. Este librito alguna vez estuvo en Editorial Progreso, en México. Y ahora está en Panamericana, en Colombia.
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Pizzas en el espacio
Siempre me ha chiflado la Ciencia Ficción. Los viajes en el tiempo. La posibilidad de viajar a velocidades cercanas a la de la luz. La vida en otros lugares del universo. Los puentes Einstein-Rosen. En fin, todo eso. Pues justamente es lo que hay en esta novela que ocurre en dos planos de tiempo y espacio. La verdad fue una gran fortuna que cayera en Alfaguara (cuando todavía se llamaba así) porque le pusieron un cuidado increíble. Hay partes que se supone que están escritas a máquina de escribir y así se ven en la página. (¡Pero como!, estarás pensando, ¿Una novela futurista con armatostes del siglo pasado?; y así es, pero no cualquier máquina de escribir, la de Stanislaw Lem (¿Quién? Bueno, tú léela)). Además, las ilustraciones del tremendísimo (Y poderoso) Kamui Gomasio son verdaderas obras de arte.
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Por el color del Trigo
Un libro que habla sobre muchas cosas pero, principalmente, sobre la amistad. Tomé el pretexto de la vida de mi tocayo Tonio y la increíble dedicatoria que le puso a "El Principito" para bordar este entramado un poquito experimental (hay guiños muy fuertes al libro del muchacho de la capa y las botas, casi casi un homenaje (pero sólo el Dios de los libros podrá decir si le atiné o le dí en la torre)).
Lo mejor es que muchas de las anécdotas que en él aparecen son absolutamente ciertas y, por su carácter mágico, creí que valía la pena meterlas en un libro. (Éste, je). Las ilustraciones de Iban Barrenetxea son que ni mandadas pedir a Santa Claus. Sólo apto para quienes no temen aplaudir para salvar un hada atragantada con un hueso de pescado.
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Querido Tigre Quezada
Me gustó la idea de contar la historia de un niño como creo que lo hemos sido todos: super fanático del futbol y super malo para jugarlo. Además, todo tiene lugar en el 77, así que casi casi retrato mi infancia, cuando la primera película de Star Wars estaba recién estrenadita y todavía no sabíamos que íbamos a quedar en último lugar en el mundial de Argentina. Aunque sí hay que aclarar una cosa: yo soy puma de corazón y casi casi idolatraba a Cabinho como Tito idolatra al Tigre (pero no estaba tan mal de la cabeza como Oliver, tampoco exageremos).
Creo que es una de mis novelas más divertidas. Al menos yo me sigo riendo con ella cuando me la topo por accidente en el librero.
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Retratos de una ciudad
Es este mi primer y único (por lo pronto) libro de cuentos infantil. Y digo esto porque, aunque he estado antes en antologías al lado de otros autores, en este aparecen sólo cuentos míos (qué nervios). Pero bueno, en realidad siguen un solo eje temático y por eso no fue tan difícil ensamblarlos. Cada cuento relata la historia de un niño en la ciudad de México a través de la historia. Desde mediados del siglo XIX hasta nuestros días. Todos son niños varones excepto la niña que ocupa el último. ¿Y por qué casi puros varones? Bueno, pues porque quería que hubiera una sucesión de uno a otro a través del apellido, es decir una sola línea familiar. Creo que quedó más o menos bien dibujado el paso del tiempo y cómo el rostro de la ciudad va cambiando. Y me atrevo a decir esto porque este libro lo trabajé al lado de la gran Libia Brenda Castro, quien lo editó sin cobrar un centavo. Y por si fuera poco, lo ilustró la sin par Valeria Gallo, también sin cobrar un centavo. Y la revisión histórica la hizo mi querido profe Alfredo Ruiz Islas, igualmente... sin cobrar un centavo. ¿Y por qué esta confabulación en torno a un solo libro? Bueno, pues porque a través del colectivo Topos-LIJ lo ofrecimos gratis a todos los niños de México a raíz del sismo del 2017.
¿Que si sigue siendo gratuito? Sí. En electrónico.
Aquí el PDF: http://www.galofrando.com/Docs/Retratos_Ciudad_TMalpica.pdf
Setenta y medio
Un libro que escribí por el puro gusto de contar una historia divertida donde las imágenes tuviera mucha, pero mucha fuerza. ¿Por qué? Bueno, porque en texto es fácil decir "Quiero conocer Plutón en un carrito de golf" o "Quiero tomar el té con mi héroe futbolero sentado sobre la espalda de un dragón"... pero las frases adquieren un significado contundente y maravilloso cuando alguien como Diego Álvarez las toma y las pone sobre el papel. Un resultado maravillos que, además, ofrece un guiño al niño lector: tú también puedes hacer esto (un libro) porque, bueno, Güicho lo hizo, así que... ¿qué estás esperando? 😉
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Soldados en la lluvia
Un libro en el mismo corte que "Los mil años de Pepe Corcueña", en donde abordo temas que me preocupan desde un punto de vista filosófico. La delgada línea que existe entre la bondad y la maldad en los seres humanos; la posibilidad que tenemos de escoger con libertad de qué lado de esa línea queremos estar; el discurso del castigo póstumo del que se ha valido la religión para conseguir que nos portemos bien...
En fin, una ensalada de temas en una historia pequeña donde intervienen personajes tan disímiles como un revolucionario inmisericorde, dos niños, un abuelo y la primera historia que se contó en el mundo.
Por cierto... el asunto del libre albedrío me brincó mientras leía "Al este del Edén", un libro de John Steinbeck que recomiendo mucho.
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Un cuarto de Costura
Me acuerdo que de niño, pocas cosas me daban tanta risa que juntarme con mis hermanos y mis prim@s a hablar de cochinadas. Bastaba que la palabra caca asomara la nariz en el cuarto para que todos estalláramos en carcajadotas. Pues de eso va este libro llamado "Siete cuentos muy cochinos" que me atreví a sacar con mis 6 más entrañables colegas literarios (El Javo, Mónica Brozon, Ana Romero, Mi tigre Quezadas, Gaby Aguileta y JP H Gázquez). Puras porquerías de alto calibre. No por dármelas de muy puercote pero la peste de mi cuento alcanza varias cuadras a la redonda. Puaj.
Un viejo gato gris mirando por la ventana
Mi segunda novelita para niños en "A la orilla del viento", del Fondo de Cultura Económica. Honestamente este trabajo tiene más que ver con inquietudes personales de esas que sientes que tienes que decir o van a terminar enquistándosete (vaya sobreesdrújula) adentro. Pero es cierto. Siempre quise escribir un libro en donde cuestionara los criterios que utiliza el ser humano moderno para medir el éxito en la vida: el dinero, la posición social, los logros. ¿Por qué parece ser más importante en qué empresa trabajas que si eres feliz en la vida? Pues eso. Eso justamente.
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Una canción por Temo
Pues nada, que tembló muy feo en Haití y en Chile. Y yo sentí de pronto la necesidad de hablar del único temblor real que me ha tocado vivir, el de 1985, sólo que desde el punto de vista de un niño pequeño, tal vez porque me preocupó el sentir de los chicos frente a tragedias de esa magnitud. Emplazada en México D.F. en aquellos lejanos días, la novelita cuenta, a manera de diario, lo que vivió Archi, el niño más malo de la colonia Roma. Cierto que yo, cuando ocurrió la tragedia del 85, tenía 18 años, pero igual me conmocionó lo visto, lo vivido; así que algo hay de mí en Archi. Y este es mi humilde homenaje a todos los niños que se enfrentan a tan espantosos designios de la naturaleza sin otra tabla salvavidas que la del cariño de los amigos, los hermanos, los padres. Y mi forma de abrazar al barrio del Distrito Federal que más quiero (y que tanto sufrió en ese entonces), la colonia Roma.
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Una historia (más) de princesas
Quería escribir una historia divertida y de puro choteo. Ni más ni menos. Me acuerdo que me encontraba a la mitad de una novela que me estaba costando mucho trabajo (y que terminó en el bote de la basura, por cierto). Necesitaba despejar la mente. Abrí un nuevo documento en la computadora y tecleé la frase: "Daría lo que fuera por no ser una princesa", pues me había estado haciendo run run la idea de una princesa que estuviera harta de serlo, en contraparte de una niña que (como hay millones) daría lo que fuera por estar en los zapatos (las zapatillas, pues) de la Cenicienta. Eso lo detonó todo (como dice Coqui al inicio del libro). Y me llevó a escribir esa broma de ciento y tantas páginas que, con una ayudita de mi cuate UCH, quedó que ni pintada para el baile. Creo.
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Ver pasar los patos
Este libro es el resultado de muchas incidencias: mi amor por la ciudad de México, por la Historia y por la nostalgia de la niñez. Un día llegó a mis manos un libro de Baltasar Dromundo (quien vivió en San Miguel) que me prendió la flama y me puso a escribir combinando sus memorias, las mías, las de mi mamá, las de mis abuelos... ¡uf! La idea era retratar la ciudad de México de hace muchos años (1916) evitando que la foto pareciera sacada de un libro de Historia. Y creo que no quedó tan mal. Traté de ser lo más fiel al momento y al espíritu de inocencia infantil que ha existido en todos los tiempos, pero enclavando la anécdota en un momento y lugar históricos y reales. La banda del automóvil gris, Mike Febles, Carlos Pavón, el Colegio de Infantes y otros encuadres similares, tan existieron como que la fuente del Salto del Agua hasta estación del metro tiene.
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¡Bah! No pongan esa cara
Este libro, como muchos otros de los que soy totalmente responsable (o irresponsable, habría que preguntar) obedece a una de tantas de mis inquietudes personales. Un poco por donde va "Un viejo gato gris mirando por la ventana" aquí también la protagonista es una niña muy lista y que hace preguntas incómodas. Esta niña, que para más datos, se llama Genoveva, es el resultado de la complicidad que hice con mi querido Alejandro Magallanes, con quien tenía muchas ganas de hacer algo al alimón. Para mi enorme fortuna (suele pasar) le gustó el texto y se animó a ilustrarlo. Me dio mucho gusto sacarlo de sus tantísimas obligaciones (se ha vuelto un ilustrador muy requerido y reconocido) para que creara a la siempre incisiva Genoveva.
¿No están ustedes hartos de tener que llegar en primer lugar a todas partes? Bueno, pues Genoveva sí. Y de eso va este librito en coautoría con uno de los mejores ilustradores del mundo. A lo mejor basta con ser panadero, o presidente, o barrendero...
Como sea, échenle ojos si pueden. Y enamórense también del terrible Cutberto Martínez, uno de nuestros personajes favoritos.
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