Salir volando por la ventana

 
20 años en la LIJ - 4
 

 
 
Era el 2007 y yo ya me sentía un poco más encanchado en las letras para niños y jóvenes.
Entre mi hermano Javier y yo ya empezábamos a hacer sonar el apellido Malpica en el mundo de la LIJ mexicana.
Y era reconfortante, la verdad. Porque el ver llegar el reconocimiento en algo que te gusta tanto es como cuando el jefe te sube el sueldo sin que tú se lo pidas. Todo un trancazo de endorfinas.
Pero justo porque ya empezaba a llegar esa confirmación de no haberme equivocado al tomar este camino, me empecé a preguntar si no podía simplemente escribir sin tener que pensar en premios. Y reconocimientos. Y una nota de prensa ocasional para presumírsela a mis padres.
Escribir sólo porque me gustaba.
Y publicar si corría con suerte, claro.
Pero, principalmente, no olvidar lo feliz que era cuando, simplemente, escribía. Sin pensar en otra cosa que la escritura por sí misma. No premios, no distinciones, no cuantiosas reimpresiones sino… sólo la escritura y ya.
Y este cuestionamiento llegó, increíblemente, a la par que un libro que me cambió la vida.
En dicho libro me encontré con el concepto del “galumphing”.
La palabrita sale del famoso poema del Jabberwocky, en “Alicia a través del espejo”. Y justo la traduje ayudándome con mi propio libro de Alicia en español. Galofrar. Galofreo. Galofrando.
¿Galo qué?
Galofrando.
¿Y eso qué (CENSURADO) es?
Bueno. Pues es nada más y nada menos que todo aquello que acometes sólo porque te hace feliz. Canturrear. Dar brinquitos en vez de caminar. Bailar a solas.
Jugar.
Todo el galofreo es antieconómico porque tal vez no te produzca ninguna utilidad (o estipendio) pero te hace feliz. Y ya con eso vale la pena adoptarlo en tu vida para siempre.
De hecho… más que adoptarlo, la idea es nunca dejarlo ir. Porque cuando eres niño, viene incluido con el paquete.
El libro se llama “Free Play – La improvisación en la vida y en el arte”, de Stephen Nachmanovith. Y me permitió poner en palabras lo que sentía cuando tocaba o cuando escribía. Porque descubrí que no hay mejor ayuda para la creación que…
…no… no son los cursos… ni los diplomados… ni los talleres… ni un estudio con vista a la costa azul francesa… sino…
…el disfrutar cuando estás creando.
Me puse a escribir mi primer libro sin ninguna otra idea en la cabeza que el simple hecho de contar algo que me importara y disfrutarlo al máximo y deliberadamente no meterlo a concurso o cosa similar.
(Un nuevo apunte respecto a esto de los concursos: Siempre, aunque sea veladamente, los jurados se inclinan por los textos (o películas o murales o postres veganos) que revelan cierta importancia humanística. Es decir, entre dos textos muy bien escritos, siempre tendrá más oportunidad de ganar aquel que, además, denuncia el racismo, por poner un ejemplo. ¿Y qué pasa con aquellos textos humorísticos que sólo quieren hacerte pasar un buen rato? ¿Habría ganado Roald Dahl el Juan de la Cabada con Matilda? Tal vez no. Pero a nadie le importa. Empezando por él mismo.)
Volviendo al punto… me puse a escribir soltándome por completo el greñero.
Y así…
Hablé de jazz y de ingeniería de sistemas y de la absurda y maravillosa y literaria posibilidad de que algo ocurra sólo porque crees en ello con todas tus fuerzas… y lo llamé “Billie Luna Galofrante”. Según yo, una novela juvenil para disfrutarse y nada más. Pero ya me temía que nadie lo querría publicar porque, para empezar, había jazz bebop (válgame) y tribulaciones de oficina (reválgame) y el protagonista principal era una viuda de treinta y tres años (sálvese quien pueda) y por ningún lado se denunciaba el racismo (por poner un ejemplo). ¿Qué tenía de juvenil eso? Probablemente nada. Pero lo mandé a Norma y mi querida Lorenza Estandía, en ese entonces editora en esa casa la disfrutó mucho y quiso publicarla en “Zona Libre”.
Y eso afianzó la base de mi permanencia en el mundo de la LIJ.
Por esta razón:
Si se puede escribir sin poner la mira más que en el simple y puro hecho de que te la pasas bomba diciendo lo que quieras y de paso hasta romper una o dos leyes naturales mientras escribes, porque en una de esas hasta consigues que el que te lea también se la pase bomba y admita que en verdad es posible salir volando por la ventana (literaria y maravillosamente hablando, claro) sólo porque tú lo dices, entonces nada puede ser más galofrante en el mundo y hay que quedarse para siempre.
En resumen: que si yo podía decir lo que quisiera y disfrutarlo y conseguir que alguien lo publicara, entonces este era el mejor trabajo del universo.
Y había que quedarse para siempre.
Y así ha sido desde entonces.
A la fecha no creo, ni de lejos, en la posibilidad de que un escritor no disfrute lo que hace porque, bueno, hay miles de posibilidades de masoquismo más interesantes que pasarte la tarde frente a un monitor tecleando en silencio. Y más redituables, por cierto.
Dice Terry Pratchet (quien está citado en “Billie Luna”, por cierto) que escribir es lo más divertido que puede hacer una persona sin necesitar de ayuda.
Y no podría estar más de acuerdo.
Casi a la par de “Billie Luna Galofrante” escribí “Una historia (más) de princesas”, un relato chusco en donde hay más enredos que en dos contorsionistas practicando judo. La verdad es que el libro no se vende mucho. ¿Me importa? Claro. ¡Qué más quisiera uno que todos sus hijos fueran guapos y exitosos! ¿Que si lo hubiera escrito de distinta manera para hacerlo bestseller o digno de alguna condecoración mundial? Ni por asomo. ¿Y cambiar lo gratificante que es hacer que una reina con todo y corona se suba a un árbol a gastarle bromas a los gnomos? ¡Ni loco!
Y así ha sido desde entonces.
Ha habido zombies chilangos y caballeros gruñones y pizzas en gravedad cero y hasta un papa de mentiras. Pero también ha habido soldados en la lluvia y un niño secuestrado que cuenta historias y un amor de principios del siglo XX y la amistad imperecedera de un niño con su abuelo. Ha habido risas y cotorreo. Y ha habido lágrimas y reflexión. Y terror.
Y todo ha sido galofrante.
Y no cambiaría ni uno solo de esos momentos por un Pulitzer. (Aunque claro, si saben de uno con descuento en Mercado Libre, no duden en avisarme).